Entre los venezolanos que han dado su genio, derramado su sangre, liberado pueblos oprimidos sin pedir nada a cambio, y luchado inquebrantablemente por sus sueños y los de precursores como Miranda, quien vislumbró al continente como la Patria Grande para todos los nacidos en él, hay un lugar para los maestros.
Miles de educador@s que han dedicado sus vidas a forjar en la población el compromiso moral e intelectual con la Patria, al darles, como dijo Bolívar: “moral y luces…”.
El Día del Maestro se celebra el 15 de enero porque en 1932, en plena dictadura gomecista, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Miguel Suniaga fundaron la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria por los derechos de los docentes, mejorar la educación y proteger al niño venezolano. En 1945, el General Medina Angarita lo decretó como Día del Maestro en Venezuela.
Es día propicio para recordar a los maestros inmortales de nuestra historia: desde Simón Rodríguez, genio en cuanto a formación de Ciudadanos para la República, y Pio Tamayo, quien en los años 20, en plena dictadura de Gómez, trajo a Venezuela los estudios de marxismo y, preso en el Castillo Libertador, entregó en esa enseñanza sus últimas fuerzas.
César Burguillos, Aurelia Pérez Pulido, maestra de 18 años asesinada en una manifestación frente a la Fiscalía de Ciudad Bolívar; Italo Sardi, maestro asesinado en Los Frailes durante una manifestación, y el maestro rural Ángel María Castillo (Pancho Alegría), asesinado en Barquisimeto, más miles de educadores presos y desaparecidos del puntofijismo, secuestrados al salir de las escuelas donde daban clases, y Silvino Varela, maestro, que tras ser salvajemente torturado y lanzado por un precipicio en la carretera de El Junquito, sobrevivió al tiro de gracia.
Sin olvidar a Argelia Laya; a Belén San Juan y Amalia Romero, quien con América Bracho iluminaron a generaciones con la luz de la República Escolar, ni a Aristóbulo Istúriz.
Foto Mippci