Cae la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que robó, torturó, asesinó a líderes políticos y sindicales, produjo miles de exiliados y presos y prohibió todas las libertades (prensa, manifestación, asociación, etc).
Hubo luchas populares en las calles: participan los partidos clandestinos, como el PCV y AD, sindicatos, clase media, mujeres, empresarios y militares de las cuatro fuerzas y al fin se produce el triunfo: el pueblo jubiloso se volcó a las calles a celebrar.
Todos actuaron organizados por la Junta Patriótica, presidida por el periodista Fabricio Ojeda, compuesta por miembros de AD, PCV, URD y Copei.
La Junta Patriótica publicó el 4 de enero de 1958 el manifiesto Pueblo y Ejército Unidos contra la Usurpación; el 7, los estudiantes enfrentaron en las calles a la policía; el 15 aparece la Declaración de los Intelectuales; el 16 chocan de nuevo estudiantes y policías; el 21 hubo la huelga de prensa, la huelga general, entre el 21 y el 22 y el 23 cae el dictador.
Todo para derrocar a Pérez Jiménez. Pero las discordias políticas y sociales salen y se plantan los más fuertes: se constituyó una Junta Militar presidida por Wolfgang Larrazabal, que incluía a los coroneles Casanova y Romero Villate. Acusados de perezjimenistas, los sacan y entran Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, por el empresariado.
El 31 de octubre, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera firman el atroz Pacto de Punto Fijo, ordenado por Estados Unidos, que excluyó al PCV, pese a su aporte homérico. Luego siguieron 39 años de puntofijismo.
Mercedes Aguilar